jueves, 24 de junio de 2021

La danza de Shiva y el ego

 

Shiva mantiene sujeto al demonio del ego, pero no intenta acabar con él. No es acertado decidir acabar con nuestro ego, podemos resentirnos y crear conflictos internos al intentarlo. Además, actuando así, creamos otro ego más sutil, que estará constantemente preguntándose si ya no tiene ego. Así que es suficiente con tenerlo controlado, para que no dirija nuestros actos. La práctica constante de la consciencia nos permite discernir cuándo somos llevados por nuestro ego en nuestra vida cotidiana. Ése es el momento de decir “Ajá, te pillé: ahí estás”. Toda la energía que invirtamos en sostener nuestro ego especial se nos caerá encima, tarde o temprano; ni siquiera el mundo tiene consideración alguna por los egos de nadie.
 
El ego es como la cola de un renacuajo, no se puede cortar de golpe, porque se muere. Desaparecerá por sí sola, con el tiempo, conforme el renacuajo evolucione en rana. La consciencia y el discernimiento constantes nos permiten dejar de alimentar esa cola, esa separación que en realidad nos aleja de nuestro ser y de todo lo demás. Aunque esta separación, de forma temporal, puede ser una ayuda para crecer, igual que el palo sirve de guía al brote de la planta, hasta que se convierte en un enorme árbol. Romper prematuramente ese palo puede dificultar este proceso; mejor entonces concentrar la energía en el crecimiento del árbol. 

- Recobrando el Ser


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