El amor no es un sentimiento hermoso. Es una vibración muy, muy elevada, que el ego, ocupado en su comercio e intercambio con el mundo, ni siquiera sospecha que existe.
Una vibración que está en todo y que da cohesión a todo.
Entrar definitivamente en esta vibración oculta que sostiene el universo es el anhelo de miles de encarnaciones y la consumación de toda búsqueda y experiencia humana.
“Para este instante único vivieron las eras pasadas;
el mundo late ahora en mí consumado” – Sri Aurobindo.
“Ambu Sivam” escribió el Siddha Tirumular tras años de éxtasis yóguico: el amor es Dios.