Krishna, el amante divino, está en el tercer ojo. Cuando el yogui encuentra esta consciencia en el chakra de la frente descubre que el amor, que antes proyectaba en personas o seres determinados, es universal y existe por sí mismo, independiente de todo ello. La proyección era sólo una excusa que necesitaba el ego para experimentarlo. Descubrir y saborear este amor, ya en todas partes y en todo momento, colma todo el propósito de la vida, y justifica todo el claroscuro y el sinsentido - previo - de la Creación.
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