Hoy es el 150 aniversario del nacimiento de Sri Aurobindo. Se me da bien hacer resúmenes pero cuando se trata de él no encuentro palabras para expresar su grandeza.
Tampoco he encontrado palabras adecuadas para describir lo que experimenté al visitar su ashram en Pondicherry, la India, en el 2004, guiado por mi profesor Marshall Govindan: una consciencia espiritual inmensa y atemporal que se podía tocar con la mano, que daba sentido a todo y satisfacía, con su sola presencia, todas las preguntas. Algo que el alma reconocía como su antiguo hogar.
Después supe que esa consciencia se extenderá por toda la tierra, tarde o temprano. Sri Aurobindo fue su precursor, y dedicó su vida y su trabajo yóguico interno a ello.
En sus obras (se formó en Cambridge) sintetizó el avance espiritual de Oriente y de Occidente y reformuló un Yoga para transformar el mundo, no para escapar de él.
Su poema épico "Savitri" es el libro que me llevaría a una isla desierta. Todo que existe está en él: el origen de la creación, los diferentes planos y estados de consciencia, el futuro de la tierra. Lo lees y empiezas a recordar lo Inefable.
Sus "Cartas sobre el Yoga" son mi libro de cabecera y guía en los a veces turbulentos recodos del sendero. Su presencia luminosa irrumpe como la afirmación grandiosa de lo Bueno, lo Verdadero y lo Bello en la existencia.
Un día para celebrar su venida 
* Sri Aurobindo y la consciencia supramental:
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