La meditación profunda no es "dejar la mente en blanco" – uno deja la mente en blanco, abierta a todo tipo de influencias, cuando ve la televisión o escucha un discurso o un sermón. En la meditación más bien se aquieta la mente, dejando partir lo fenoménico y lo temporal (pensamientos, percepciones internas y externas) y uno se centra en el noúmeno, la esencia del Ser. Esta esencia es la consciencia, la base sobre la que se manifiestan los pensamientos y las percepciones - y los yoguis realizados llegan a afirmar que es también la base que manifiesta lo que llamamos "realidad física". De hecho, los neurocientíficos nos dirían que todo lo que experimentamos físicamente no es sino la vivencia psíquica de la "realidad" exterior, que no conocemos sino a través de su traducción final en fenómenos mentales.
Así que la consciencia es la piedra filosofal, la clave de toda existencia. Los yoguis llevan milenios indagando en su origen. Algunos como Ramana Maharsi dijeron que si indagas en ella lo suficiente descubrirás que el "yo" no existe en realidad, es una mera ilusión en el Ser/consciencia sin límites. Y que esta realización es el fin de todo sufrimiento.
Meditar sería, así, más que desconectar de todo, reconectar (Yoga es "unión") con el Principio sobre el que se manifiesta la existencia. Algunos yoguis definieron este Principio como Sat-Chit-Ananda: existencia-consciencia-gozo.
Así que la consciencia es la piedra filosofal, la clave de toda existencia. Los yoguis llevan milenios indagando en su origen. Algunos como Ramana Maharsi dijeron que si indagas en ella lo suficiente descubrirás que el "yo" no existe en realidad, es una mera ilusión en el Ser/consciencia sin límites. Y que esta realización es el fin de todo sufrimiento.
Meditar sería, así, más que desconectar de todo, reconectar (Yoga es "unión") con el Principio sobre el que se manifiesta la existencia. Algunos yoguis definieron este Principio como Sat-Chit-Ananda: existencia-consciencia-gozo.
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