En el taoísmo cada extremo genera en sí su opuesto. Esta época del año es muy especial, a partir de la festividad de Todos los Santos – que se celebra en todo el mundo con nombres diferentes – estamos en una cuenta atrás hasta el solsticio de invierno. Conforme las noches se van haciendo más largas la luz empieza a gestarse y a renacer dentro; en las meditaciones se hace más y más presente una bendición universal, una alegría indefinible que culminará en el solsticio de invierno.
La luz del sol por las mañanas tiene otra cualidad, un reflejo fuera de lo que renace dentro.
El llamado “espíritu navideño”, la apertura de corazón, responde a eso. Los regalos de los Reyes Magos y de Papa Noel representan, en la consciencia popular, esa bendición que recibimos ahora de una consciencia superior.
El ego, como suele hacer habitualmente, se vuelve loco con ese ascenso de energía y bendición y lo traduce - y dilapida - en consumo material.
Así que ahora es una época muy especial para meditar y sentir dentro esa luz y esa alegría indefinibles, que van incrementándose hasta culminar en el solsticio. Yogananda predijo que en el futuro en los solsticios se meditará en toda la tierra.
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