La vida religiosa no implica eludir las tareas o evitar las responsabilidades. Todo es sagrado. No hay diferencia entre el templo y el corral. El claustro y el laboratorio, el templo y el estudio, la celda y el mercado son igualmente lugares adecuados para la adoración. Aceptar la vida, después de trascender su limitación, es el último sacrificio divino. La vida misma es religión; por tanto adora a Dios a través de la humanidad sufriente.
- La voz de Babaji
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