Al buscar la felicidad en las cosas o actividades externas, se ignora el hecho de que la felicidad es algo que siempre se experimenta dentro de uno. La gente comete el error de confundir las circunstancias en las que encuentra la felicidad con la propia felicidad. En el karma yoga no se comete ese error. No se actúa porque la acción nos vaya a proporcionar felicidad - que ya es una característica de nuestro ser innato - sino porque realizando la actividad indicada por nuestro deber en cada situación, en un espíritu de servicio amoroso, nos liberamos del apego a los resultados. De ese modo no creamos nuevos karmas, o acciones motivadas por el deseo y esclavizantes, y logramos una paz continua. Además, actuamos con “destreza” porque lo hacemos en un espíritu de amor. Al actuar desinteresadamente permitimos que la conciencia superior trabaje a través de nosotros sin resistencia por parte de las mezquinas exigencias del ego.
La práctica de Kriya Karma Yoga comienza por la dedicación de varias horas semanales a alguna actividad beneficiosa para los demás. Se empieza a distinguir entre las sugerencias del ego y las de lo Divino, que nos guía para que sirvamos a los demás de cien pequeñas maneras cada día. Poco a poco todo lo que se hace se convierte en karma yoga, ya que se ve que uno no es “el protagonista” sino un instrumento de lo Divino, puesto aquí para amar y servir a los demás.
La práctica de Kriya Karma Yoga comienza por la dedicación de varias horas semanales a alguna actividad beneficiosa para los demás. Se empieza a distinguir entre las sugerencias del ego y las de lo Divino, que nos guía para que sirvamos a los demás de cien pequeñas maneras cada día. Poco a poco todo lo que se hace se convierte en karma yoga, ya que se ve que uno no es “el protagonista” sino un instrumento de lo Divino, puesto aquí para amar y servir a los demás.
"Babaji y la tradición de Kriya Yoga de los 18 Siddhas"
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