La observación de la mente permite descubrir los pensamientos como fenómenos que aparecen en la consciencia y desaparecen. Pero la consciencia siempre está ahí, pensemos o no en ella. Es como la luz, hace posible que veamos los objetos, pero normalmente no reparamos en ella, aunque sin ella es imposible la visión. Cuando exploras la consciencia misma no encuentras principio ni fin, ni límites. Los Siddhas hablan de "vettaveli" - espacio de liberación. Desde ahí uno puede descubrir la irrealidad de las construcciones de nuestra mente, que muy a menudo son causa de sufrimiento, y que incluso no tienen que ver con lo que en realidad sucede en el ahora.
Y hay más. La consciencia pura, libre de pensamientos, trae consigo el gozo. El gozo es una alegría incondicional que no depende de las cosas; siempre está ahí, a condición de que uno deje de identificarse con pensamientos y construcciones mentales y se centre en la consciencia misma. La meditación es atravesar la hojarasca de pensamientos y cavar hondo en la consciencia, el Ser, vettaveli, hasta que brotan las aguas del gozo y la paz.
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