Sri Aurobindo, al igual que todos los 18 Siddhas, escribió poemas en los que podemos entrever su estado cósmico expandido de consciencia, e intuir niveles de realización y gozo de los que ni siquiera sospechamos su existencia.
La Luz, y su poder transmutador de las profundidades del inconsciente, e incluso de la materia, es el Gran Misterio de los Siddhas. Pero ésta sólo puede descender y actuar cuando se dan las condiciones requeridas en el aspirante. En “La voz de Babaji” hay también una alusión a ello:
“La transformación es nada menos que el descenso de la Verdad y el Poder Supremos a la materia. El supramental establecido en el plano y en la consciencia material y en el mundo material efectúa una transformación integral que desciende hasta el principio mismo de la materia. Sólo una Gracia Suprema puede efectuar este milagro. (…) El Poder Supremo demanda que, antes de su manifestación, antes de que sus grandes obras puedan comenzar, estén ahí de forma real y efectiva las condiciones de la Gracia Suprema. Una entrega total, una exclusiva auto-apertura a la influencia divina, una constante e integral elección de la verdad y un rechazo de la falsedad, éstas son las únicas condiciones establecidas. Pero deben ser cumplidas completamente, sin reserva…”.
¡Luz, Luz sin fin! La oscuridad ya no tiene más sitio.
Los abismos ignorantes de la vida renuncian a su secreto:
las enormes profundidades inconscientes antes no sondeadas
Yacen brillando en una vasta expectativa.
¡La Luz en su éxtasis saltando a través de los nervios!
¡Luz, Luz desbordante! Cada célula apasionadamente enamorada
preserva, en una muda llamarada de éxtasis,
una sensación viviente de lo Imperecedero.
Me muevo en un océano de estupenda Luz
uniendo mis abismos a Su altura eterna.
Sri Aurobindo
¡Alaba la Luz con rayos que han transgredido la trinidad del tiempo*
y manténla firme en tu corazón y en tu mente!
Siddha Idai Kadar
* pasado, presente, futuro
Como las gotas de agua que no se adhieren a las hojas del loto
así es el deseo del mundo.
Sácalo fuera, déjalo y
adora, adora, oh serpiente danzante
los pies de la deslumbrante
Luz blanca llameante y luminosa
brillando en todas partes.
Siddha Pambatti
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