Dejar de proyectar, dejar de condenar

Hace tiempo leí por internet a un religioso (experto) que afirmaba que si meditas el demonio se te puede meter dentro.

Si meditas es poco probable que te encuentres con el demonio. Pero seguramente te encuentres con tus demonios: miedos, resentimientos, traumas, deseos no reconocidos...

Aceptar estos demonios es el primer paso para transformarlos.

Entonces dejas de proyectarlos fuera, en los demás.

Dejas de condenar a todo el mundo.

“El infierno son los demás” (Sartre)… pero el infierno son nuestras películas internas que recreamos una y otra vez con los demás.

Ver, aceptar y transformar estos demonios es donde empieza “el Yoga real”.

Nada que ver con hacerte selfies de posturas.

Cuando transformas tus películas y demonios internos, por poco que hagas, liberas a la humanidad de esa carga. Y despejas el camino para que otras personas lo hagan después.

El cambio que buscamos fuera somos nosotros.

Simplicidad para la realización

Simplifica tu mente en lo esencial y en lo que es Verdad. Entonces se convertirá en un instrumento para la realización del Ser.

Olvidar para aprender

 

Olvidamos nuestra luz para poder vivir nuestros dramas. 

Vivimos nuestros dramas para aprender. 

Finalmente esa oscuridad nos hace comprender nuestra luz.

Yoga de la Energía

 

La energía sostiene la vida. La energía se expande, la vida se expande.

Podemos mover la energía, respirarla, sentirla.

La energía que se expande nos lleva a la Presencia gozosa, sin principio ni fin.

Justo aquí y ahora, hacia todas partes.

¿Dónde si no?

Yoga no es apego al cuerpo

 

Los antiguos yoguis definieron al Ser como Existencia-Consciencia-Gozo, Sat-Chit-Ananda. El Ser es una consciencia eterna y gozosa sin fin.

La práctica real del Yoga nos acerca a la vivencia del Ser de Gozo que somos, pero que olvidamos en nuestra identificación con nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones. 

Por eso necesitamos la práctica del Yoga.

Hay muchos tipos de Yoga. El Gita, por ejemplo, habla de la meditación, del servicio desinteresado, del discernimiento y de la devoción.

La atadura al cuerpo, a la mente y a las emociones te aleja de tu Ser. Lo llaman apegos. El ego es confundir el Ser con estas experiencias. En ellas no hay una alegría duradera, porque todas las experiencias son transitorias.

“Ignorancia es ver lo impermanente como permanente, lo impuro como puro, lo doloroso como placentero y el no Ser como Ser”

- Yoga Sutras, 2.5.

El Yoga apunta a liberarte, no a atarte. A liberarte en el gozo del Ser.

Menos que eso no te va a colmar.