Según la filosofía del Vedanta, el alma del hombre nunca es contaminada. Puede ser hipnotizada para que crea en la experiencia múltiple, pero su chispa de naturaleza Divina nunca es extinguida. El sol puede ser cubierto por el momento por una nube, pero a pesar de su tamaño o densidad, ésta nunca puede destruir su brillo natural. Para que el color dorado se revele a sí mismo sólo tiene que ser sacado a la luz.
La idea de la impureza surge cuando olvidamos nuestra naturaleza Divina. Si el estudiante dice con toda la sinceridad que pueda mandar, “yo soy Divino”, recuperará naturalmente su Divinidad. Pero ello debe ser hecho con la fuerza de su naturaleza. Nada en el mundo puede destruir ese elemento Divino. El llamado pecado puede esconderlo o cubrirlo, pero nunca puede destruirlo.
- La voz de Babaji
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