Ojos para ver
La Divinidad está aquí, entre nosotros. El problema está en que no la vemos porque buscamos cosas espectaculares. Está el sol, que todas las mañanas nace e ilumina incondicionalmente a todos, sin distinciones. Están las plantas, que germinan una y otra vez, y saben cuándo llega la primavera. Están las madres, que cada día hacen pequeños y grandes milagros de la forma más natural. El mundo está lleno de Divinidad en las cosas cotidianas, en cosas maravillosas que, por habituales, pasan desapercibidas: en las sonrisas de complicidad, en los gestos espontáneos amables, en la danza de la lluvia, en la belleza del mar. Sólo necesitamos ojos abiertos para ver.
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