“La
gente debe comprender que debe apresurarse en dar fruto a la rara oportunidad
del nacimiento humano que se le ha dado.
Ese
fruto consiste en obtener la alegría de la consciencia de la pura Gracia Resplandeciente
que se muestra en todas las vidas, todas las acciones, todas las cosas, todos
los mundos, y así obtener la vida más elevada, que no tiene impedimento, en
momento alguno, de forma alguna, por nada.
La
forma de obtener esta vida y esta alegría es ganar la Gracia, que es cualidad
natural de Dios.
Sólo
hay una forma de obtener esta Gracia, y no otra. Es hacer que la Gracia, que es
la cualidad natural de Dios, sea la propia cualidad natural de uno. Lo que es
Gracia en Dios, es compasión por la Vida en el hombre.”
Así hablaba Ramalinga, un
excepcional yogui, apóstol de la compasión por todos los seres (defendió el
vegetarianismo, la no violencia contra los animales, y alimentó a miles de
personas– decía que el peor sufrimiento es el hambre). Hacedor de milagros,
transmutó su cuerpo en pura luz, razón por la que no hay fotografías de él – su
cuerpo de luz no salía en ellas.
Su enseñanza, más
allá de religiones y rituales, se centraba en la Divinidad en la forma impersonal
de “luz suprema de Gracia”.
Ramalinga decía que cuando
se desarrollan el amor y la compasión universales por toda forma de vida, y el
amor por la Divinidad que derrite el corazón, entonces el cuerpo y el alma se
encuentran preparados para el descenso de la Gracia bajo la forma de Luz.
Cuando esto sucede, el cuerpo material de elementos impuros se transforma en un
“cuerpo de luz pura” y emite un color dorado.
Él mismo experimentó
esta transformación en su cuerpo, inmortal, que cubría con una tela ya que no
arrojaba sombra alguna.
Desmaterializó su
cuerpo en 1874, su misión no tuvo arraigo en el sur de la India. Por eso no es
tan conocido en Occidente como Aurobindo, Ramana Maharsi, Ramakrishna u otros
gigantes espirituales de la India moderna.
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