"Para el que ha conocido el amor por la Divinidad, todas las otras formas de amor son demasiado densas o demasiado mezcladas con pequeñez, egoísmo y oscuridad; son como un regateo perpetuo o una lucha por la supremacía o la dominación, e incluso entre las mejores hay multitud de malentendidos e irritabilidad, de fricción e incomprensión.
Sólo el que ha conocido el éxtasis del intercambio de amor con el Divino puede saber cuán insípido y apagado y endeble resulta cualquier otro intercambio en comparación. E incluso aunque se requiera la disciplina más austera para llegar a este intercambio, nada es demasiado duro, demasiado largo o severo con el fin de lograrla, porque sobrepasa toda expresión.
Muchas veces, con el fin de hacer más fácil la disciplina y de crear una intimidad perceptible más fácil y cercana, el Divino ha buscado, en su forma más elevada de amor, asumir un cuerpo físico similar en apariencia al cuerpo humano; pero en cada ocasión, aprisionado en las formas densas de la materia, fue capaz de expresar sólo una caricatura de Sí mismo. Y con el fin de manifestarse en la plenitud de su perfección, espera sólo que los seres humanos hayan realizado algún progreso indispensable en sus consciencias y en sus cuerpos; porque la vulgaridad de la vanidad del hombre y la estupidez de su engaño confunden el sublime amor divino, cuando se expresa en forma humana, con un signo de debilidad, de dependencia y de necesidad.
Aun así el hombre ya sabe, al principio de forma oscura, pero más y más claramente conforme se acerca a la perfección, que sólo el amor puede poner fin al sufrimiento del mundo; sólo la alegría inefable del amor en su esencia puede barrer del universo el dolor ardiente de la separación. Porque sólo en el éxtasis de la unión suprema descubrirá la creación su propósito y su plenitud.
Es por ello que ningún esfuerzo es demasiado arduo, ninguna austeridad demasiado rigurosa si puede iluminar, purificar, perfeccionar y transformar la sustancia física para que no pueda esconder más al Divino cuando tome una forma exterior en la materia. Porque entonces esta maravillosa ternura será capaz de expresarse libremente en el mundo, el amor divino que tiene el poder de cambiar la vida en un paraíso de dulce alegría.
Ya que hemos decidido reservar el amor en todo su esplendor para nuestra relación personal con la Divinidad, sustituiremos nuestras relaciones con los demás por una total, invariable y constante amabilidad y buena voluntad que no espere recompensa o gratitud algunas o incluso reconocimiento alguno. No importa cómo otros te traten, nunca te permitirás ser arrastrado por resentimiento alguno; en tu amor sin mezcla por la Divinidad, dejarás que ella sea la única que juzgue cómo protegerte y defenderte contra la incomprensión y mala voluntad de los demás.
Esperarás sólo del Divino tus alegrías y placeres. En él sólo buscarás y encontrarás ayuda y apoyo. Él te confortará en todas tus penas, te guiará en el camino, te levantará cuando tropieces, y si hay momentos de fracaso y agotamiento, te llevará en sus fuertes brazos de amor y te envolverá en su calmante dulzura.
En resumen, la austeridad del sentimiento consiste entonces en renunciar a todo apego emocional, de cualquier naturaleza, sea a una persona, a la familia, al país o a cualquier otra cosa, con el fin de concentrarte en un apego exclusivo por la Realidad Divina. Esta concentración culminará en una identificación integral y será un instrumento para la realización supramental sobre la tierra."
La Madre, del Ashram de Sri Aurobindo
Buscaba algo de luz y la he encontrado en las palabras de La Madre. Gracias por el post.
ResponderEliminarGracias a ti. Los textos de la Madre son una inspiración constante para mí, igual que los de Aurobindo.
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