lunes, 25 de febrero de 2013

El Tantra de los 18 Siddhas


Una definición práctica y breve de lo que es el Tantra sería: el esfuerzo de concentrar en los chakras superiores la energía vital que está acumulada en los chakras inferiores. De este modo, es la energía misma la que se encarga de activar los estados de consciencia más elevados, asociados con los chakras superiores.

La transmutación de la energía sexual en energía espiritual es, por ello, uno de los puntos clave enfatizados por los Siddhas en sus textos. Entre ellos destacan los escritos del Siddha Boganathar, de quien se dice que fue el fundador del Taoísmo, disciplina especializada en la transmutación de esta energía.

Para poder realizar este trabajo debemos tener en cuenta estos diferentes componentes de la anatomía sutil, presentes en el llamado cuerpo vital o emocional, el cuerpo energético que sostienen el cuerpo físico. Estos componentes son los nadis o canales de energía y los chakras o centros de energía y de consciencia. Ambos deben ser purificados y activados.

El sistema energético del cuerpo vital es comparable a un circuito eléctrico, con sus diferentes cables (los nadis) y baterías (chakras) por los que circula la electricidad. Cuanto menos purificados estén los cables y las baterías, más resistencia ofrecerán al paso de la energía, con lo que el circuito se recalentará a su paso, y sólo tolerará voltajes muy reducidos; no podrá tolerar niveles elevados de energía.

Una experiencia interna inusual, motivada por una transmisión de energía (lo que llaman “shaktipat”) o por una práctica intensiva no equilibrada, puede suponer una gran descarga de electricidad en el circuito. Pero si éste no está preparado para soportar este voltaje, se producirá una chispa, un cortocircuito que estropeará algunos de sus componentes. Algunas personas denominan a esto “experiencias espirituales”. Pero tales experiencias no pueden durar. Así que, nuestro trabajo como practicantes de Yoga, es acondicionar un circuito eléctrico interno que pueda tolerar, de forma progresiva y constante, niveles más y más altos de energía – niveles más y más elevados de consciencia. Esto supone un trabajo constante y sostenido, y a largo plazo, no un chispazo temporal.

Los Siddhas del sur de la India enfatizan en sus poemas el trabajo espiritual con los chakras, con los nadis y con la energía Kundalini, presente de forma potencial en el primer chakra.


Kriyas (técnicas) de Yoga

En el Kriya Yoga de Babaji tenemos, en primer lugar, la práctica de las 18 asanas para limpiar los nadis y activar progresivamente los chakras. Yoguis como Satyananda Saraswati señalan la importancia de activarlos de una forma progresiva, ya que su apertura total repentina puede abrumar al practicante con contenidos almacenados en ellos, provenientes de otras vidas.

Para evitar este problema tenemos la primera técnica de meditación, Shuddi, para limpiar el subconsciente, donde se almacenan estos contenidos. También se enseñan en la Tercera Iniciación algunas meditaciones avanzadas para efectuar esta purificación, como las de las meditaciones de las Aperturas Divinas y otras. La repetición de mantras también resulta efectiva para esta purificación del subconsciente.

Otras técnicas imprescindibles para activar los chakras y transmutar la energía vital/sexual son:

- Los bandahs o cierres musculares – Tirumular dedica capítulos a esta práctica en su obra “Tirumandiram”; diversos textos de Yoga como el “Hatha Yoga Pradipika” también enfatizan estas técnicas.
- Los pranayamas Brahmacharya Ojas Matreika Pranayama y Kriya Kundalini Pranayama.

En la Tercera Iniciación se enseñan además kriyas o técnicas específicas para activar los chakras y purificar sus contenidos, mediante meditaciones, mantras y asanas.


La Luz y la Gracia divinas

El concepto de “Gracia”, el descenso de la energía y de la consciencia divinas, está muy presente en la tradición de los Siddhas (llamada Saiva Siddhantam del sur de la India). Shiva, la divinidad misma, el Absoluto, es un término que significa “lo auspicioso”. En el Tirumandiram se mencionan las cinco acciones de la Divinidad: creación, preservación, destrucción, oscurecimiento y gracia, y todas ellas son consideradas actos de gracia de la Divinidad hacia el alma.

Tras los esfuerzos del yogui por prepararse y purificarse para el Divino, y por la llamada incesante y la entrega a Él, se produce finalmente el descenso de la Gracia.

Este esfuerzo yóguico equivale a la acumulación de la energía vital en los centros superiores de consciencia o chakras. Esto se consigue no sólo con técnicas yóguicas, sino también con devoción y aspiración sostenidas, y con un comportamiento recto y ético. Esta acumulación de energía permite la visión de la Luz divina. Esta Luz es mencionada constantemente en el Tirumandiram y en otros poemas de los Siddhas: 



                        Siddha Tirumular 


“Si uno se concentra en la forma de la luz, hay iluminación;
si uno se funde en la luz, Él se volverá uno contigo”
(Tirumandiram,verso 2681)


“Como las gotas de agua que no se adherirán a la hoja del loto
tal es el deseo del mundo.
Empújalo lejos
y reverencia, y adora, adora oh serpiente danzante
los pies de la resplandeciente
deslumbrante y brillante luz blanca,
brillando en todas partes.” 

Siddha Pambatti 


“¡Oh alaba la Luz de la Lámpara, la joya de los cielos,
la gran Luz de reflexión, la joya en el ojo! 

¡Oh alaba la Luz con rayos que han transgredido la Trinidad del tiempo y mantenla firme dentro de tu corazón y de tu mente!” 

Siddha Idai Kadar 


“Para aquellos que han conocido 
que la Verdad es Luz Clara,
¿Qué sentido tienen los favores reales?” 

Siddha Kudambai 


El Siddha Tirumular menciona también la aparición de Nada, el sonido divino Om, como resultado de esta concentración de energía vital en los chakras superiores. La sadhana o disciplina yóguica permite la unión de Bindu y Nada – la unión de la energía vital/sexual con el Om, la unión del individuo con la vibración del cosmos. 

En el Yoga tradicional se apuntaría entonces hacia la meta del Nirvikalpa Samadhi, la extinción de la individualidad en la consciencia pura absoluta, con el resultado de Moksha o la liberación del individuo del ciclo forzoso de las reencarnaciones. 

El Saiva Siddhantam de los Siddhas, con su meta del Soruba Samadhi, enfatiza no obstante el logro del cielo en la tierra, la unión perfecta de Shiva y Shakti en el ser humano, la transmutación de la materia (que es energía, al fin y al cabo) en la perfecta expresión de la consciencia divina. 

Para este fin, la Luz divina es, en este momento, el principio divino intermedio entre el Absoluto y la creación, participando de ambos. Este principio sería el agente transmutador de este proceso, pudiendo actuar incluso sobre el cuerpo físico: 


“Si te concentras en la luz y cantas claramente
con una mente que se derrite, Él hará tu cuerpo
de oro mediante la píldora alquímica de Sivaya Nama” 
(Tirumandiram, verso 2709)




                          Ramalinga 


Un Siddha del siglo XIX como Ramalinga habló de todo ello en sus innumerables poemas, en los que invoca a la Divinidad en su aspecto de “Luz divina de Gracia” (Arul Perun Yoti), para que descienda y transmute el cuerpo físico en un cuerpo inmortal de luz. Él mismo obtuvo esta realización yóguica final, aunque su mensaje tuvo escasa repercusión en sus contemporáneos. 

Pero este descenso de la Gracia divina en forma de luz pertenecería a fases muy avanzadas de la sadhana, habiéndose cumplido previamente todos los requisitos de los que hemos hablado antes. 

Y a estos requisitos habría que añadir la necesidad de la entrega total al Divino. Un aspecto enfatizado totalmente por los Siddhas modernos Sri Aurobindo y la Madre. Su Yoga Integral, que apunta también a la transformación total, incluso de lo físico, empieza y termina con esta entrega total al Divino, en su aspecto dinámico y energético: la Madre divina. 


El papel del gurú 

Los Siddhas destacan también el papel del gurú o maestro. Éste prescribe la sadhana, la práctica espiritual concreta que debe seguir el discípulo, y es finalmente quien le otorga la realización espiritual, la unión con el Divino, cuando el discípulo la hace posible mediante su preparación y su entrega. El gurú es, entonces, la puerta hacia el Divino, el Absoluto, cuya gracia se manifiesta de forma personal en el gurú. 

El enfoque de los Siddhas es directo, práctico y realista, más allá de la especulación teológica. El aspirante espiritual avanzará en el sendero en la medida en que se entregue a él, con su práctica yóguica y con su devoción al gurú y al Divino. El esfuerzo del aspirante es proporcional a la felicidad que obtendrá. 

También afirman que la Gracia del Divino siempre se está derramando sobre todos, pero mediante la sadhana yóguica aprendemos a convertirnos en recipientes capaces de recoger, sin fisuras, la lluvia de la Gracia. Shiva, el Divino, es la quintaesencia, la fuente sin fin de esta Gracia. 


viernes, 8 de febrero de 2013

Consciencia individual - Consciencia divina


La consciencia es la facultad de darse cuenta de volverse sabedor de cualquier cosa, sea lo que sea, a través de la identificación con ella. Pero la consciencia divina no sólo es consciente, sino que sabe y ejecuta. Porque la mera consciencia no es conocimiento. Volverse consciente de una vibración, por ejemplo, no significa que conozcas todo sobre ella. Sólo cuando la consciencia participa en la consciencia divina obtiene conocimiento pleno mediante la identificación con el objeto. 

Ordinariamente, la identificación conduce a la ignorancia más que al conocimiento, porque la consciencia se pierde en lo que se vuelve, y es incapaz de considerar las causas correctas, concomitantes, y las consecuencias. Así que te identificas con un movimiento de ira y tu ser entero se vuelve una vibración airada, ciega y precipitada, olvidada de todo lo demás. Es sólo cuando permaneces atrás, permaneces desapegado en medio del torbellino apasionado, que eres capaz de ver este proceso con un ojo conocedor. Así que el conocimiento, en el estado ordinario de ser, es obtenido más bien al distanciarse de un fenómeno, al observarlo sin llegar a identificarse con él. 

Pero la consciencia divina se identifica con su objeto y lo conoce completamente, porque siempre se vuelve una con la verdad esencial o ley inherente en cada hecho. Y no sólo conoce, sino que, mediante el conocer, produce lo que quiere. Ser consciente es para ella ser efectivo – cada uno de sus movimientos es un relámpago de omnipotencia que, además de iluminar, inflama su camino finalmente hasta la meta dictada por su naturaleza-verdad.

Tu consciencia ordinaria está muy mezclada con la inconsciencia – ésta desorienta, tensa, y está impedida, mientras que por la unidad con el Supremo compartes la Naturaleza Suprema y obtienes el conocimiento pleno siempre que te vuelvas a observar cualquier objeto y te identifiques con él. Por supuesto, esto no equivale a abrazar todos los contenidos de la consciencia divina.

Tus movimientos se vuelven verdaderos, pero tú no posees todas las múltiples riquezas de la actividad divina. Aun así, dentro de tu esfera, tú eres capaz de ver correctamente y según la verdad de las cosas – lo que es ciertamente más que lo que llama en términos yóguicos “conocimiento por identidad”. Porque el tipo de identificación que enseñan muchas disciplinas yóguicas extiende tus límites de percepción sin atravesar el corazón más interno de un objeto: ves desde dentro, por así decirlo, pero sólo su aspecto fenoménico. Por ejemplo, si te identificas con un árbol, te vuelves consciente de la forma como un árbol es consciente de sí mismo, aun así no llegas a conocer todo sobre un árbol por la simple razón de que por sí mismo no posee tal conocimiento. Compartes los sentimientos internos del árbol, pero ciertamente no comprendes la verdad que representa, igual que por ser consciente de tu propio ser natural no posees de una vez la realidad divina que secretamente eres. Mientras que si eres uno con la consciencia divina, tú conoces – cuál es la verdad tras él, en resumen, conoces todo, porque la consciencia divina conoce todo.

Entregarte al Divino es renunciar a tus estrechos límites y permitirte ser invadido por Él, y hacer un centro para su juego. Pero debes tener en mente que la consciencia universal, tan amada por los yoguis, no es el Divino: puedes romper tus límites horizontalmente si quieres, pero estarás bastante equivocado si tomas a la sensación de amplitud y de multiplicidad cósmica como el Divino. El movimiento universal es, después de todo, una mezcla de falsedad y de verdad, de modo que parar ahí es ser imperfecto; porque puedes muy bien compartir la consciencia cósmica sin alcanzar nunca la Verdad trascendente. Por otro lado, ir al Divino es también alcanzar la realización universal y aun así permanecer libre de falsedad.

La barrera real a la auto-entrega, sea a lo Universal o a lo Trascendente, es el amor del individuo a sus propias limitaciones. Es un amor natural, ya que en la misma estructura del ser individual hay una tendencia a concentrarse en los límites. Sin eso, no habría sentido de la separación – todo estaría mezclado, como sucede bastante a menudo en los movimientos mentales y vitales de la consciencia.

Porque en el Divino no pierdes realmente tu individualidad: tú sólo renuncias a tu egoísmo y te vuelves el individuo verdadero, la personalidad divina que no es temporal como la construcción de la consciencia física, que es normalmente tomada como tu ser." 

La Madre


"Uno puede poseer todo el universo y sentir, sin embargo, que el Señor le elude" 

Sri Yukteswar