domingo, 30 de abril de 2017

Esencia


Mi simplicidad es absoluta pero abarca todo el universo. Soy la esencia pura e indestructible que sostiene todo, sólo comprensible a través del amor puro. La luz es mi vehículo, anterior a las formas. Soy la Verdad de todo, y el espejo que refleja tu ser real. Encuentra tu centro y tu paz en mí. Soy la Fuente, con rostro humano para ti. Las técnicas yóguicas no me alcanzan, sólo mi gracia me vuelve accesible.

Kriya Babaji

jueves, 20 de abril de 2017

La unión del Yoga


Hablando de cómo fundirse, será como
la mecha y la mantequilla absorbidas por la lámpara envolvente,
como el agua de lluvia agotada y bebida por el sol,
como los grandes colores brillantes absorbidos por el cristal,
como la burbuja absorbida en el agua profunda;
éste es el modo de fundirse y ser absorbido;
¡Oh buen hombre! Concentrando la mente, experimenta la verdad
como el sonido que abandona el objeto y se pierde.

- Siddha Boganathar


Cesó todo y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

- San Juan de la Cruz

viernes, 14 de abril de 2017

Renacer al Uno eterno


La resurrección es renacer a la Consciencia Única, más allá de la identificación opresiva con un cuerpo y una personalidad, más allá de lo temporal y los cambios. Los maestros expresaron esta realización de la Unidad usando símbolos diversos. Con el tiempo sus seguidores - lejos ya de la realización espiritual originaria - acaban perdiendo el significado de estas metáforas, y las interpretan literalmente. Sustituyen así la experiencia interna por liturgias y ritos, y acaban adorando formas, iconos, estatuas, peleando por sus diferencias, sin el menor atisbo de la Unidad esencial tras todas ellas. Los Siddhas fueron muy críticos con las religiones formales, con sus discursos y sus ritos externos, oponiendo a ellos la realización interna, silenciosa y solitaria. Por ello fueron ignorados y perseguidos por las "autoridades" religiosas. Y lo mismo le sucedió a Jesús. En su vida puso de relieve el conflicto entre el oropel externo y el poder frente a la silenciosa y solitaria realización interna. Jesús, como los Siddhas, hizo su propia elección.

viernes, 7 de abril de 2017

Unión


Yoga no es posturas. Yoga es "unión". ¿Unión con qué?

lunes, 3 de abril de 2017

Consciencia cósmica: el Uno tras la multiplicidad


En India dicen que nuestra realidad consta de consciencia y energía, Shiva y Shakti. En Occidente, los físicos descubrieron que la materia es energía concentrada, y ahora los neurocientíficos andan un poco locos intentando localizar y explicar - en vano - la consciencia en el cuerpo físico. Dicen los yoguis que detrás de todo lo que existe hay una única consciencia que abarca todo, a la que algunos llaman "consciencia cósmica". Nosotros somos una parte fragmentada de esa consciencia única, gracias al "ego", nuestro pequeño "yo", que nos separa del resto. El ego es un principio de la naturaleza que crea el juego de la multiplicidad. El yogui trasciende ese encierro del ego mediante sus prácticas yóguicas (y el servicio desinteresado, más allá del "yo") y cumple la aspiración del alma de recobrar la totalidad perdida. Entonces, amar "al prójimo como a ti mismo" es la consecuencia lógica de descubrir que el prójimo eres tú mismo también. Yoguis realizados expresaron su recobrado estado de consciencia cósmica de forma diferente, aquí puedes leer varios ejemplos: http://kriyayogayvida.blogspot.com.es/2011/05/consciencia-cosmica.html. El poema de sri Aurobindo, escrito en 1938 - de ahí su mención a nuestra guerra civil - es bastante descriptivo:


Miro a través del mundo y ningún horizonte pone cerco a mi mirada.
Veo París y Tokyo y Nueva York,
veo estallar las bombas en las calles de Barcelona y de Cantón;
innumerables delitos del hombre y raras acciones bondadosas acontecen en mi interior;
soy la bestia que asesinan, el pájaro que alimentan y protegen.
Los pensamientos de desconocidas mentes me exaltan con su estremecimiento.
Transporto la tristeza de millones en mi pecho solitario.

El Yoga de Jesús


Fue Satchidananda, mi profesor de Kriya Yoga, quien un día me sugirió que escribiera un libro sobre las enseñanzas de Jesús. Al principio me sorprendió, pues, ¿qué podría decir a estas alturas sobre Jesús que no se hubiera dicho ya? Él me dijo que escogiera algunas de sus palabras y meditase en ellas, escribiendo luego la comprensión interna que me viniera sobre su significado. 

Así que me dediqué a ello, hasta acabar escribiendo “El Yoga de Jesús”. Fue una época muy feliz de mi vida, cada día lo dedicaba a una meditación diferente, un momento especial y único de sintonía. Y fue un ejercicio sanador. Escribir este libro me permitió hacer las paces con el pasado, con mi sociedad, con una parte de mí mismo. Comparando las citas con textos de Yoga descubrí que Jesús es un Siddha, un maestro de Yoga, y que Oriente y Occidente hablan de lo mismo, a veces incluso con las mismas palabras.

Posteriormente descubrí que muchos practicantes de Yoga occidentales sentían también la necesidad de integrar la figura de Jesús. Así que creo que el libro también cumple esa función. Algunas personas me han comentado – para mi sorpresa – que leerlo fue una especie de catalizador en su búsqueda espiritual. A veces lo releo con sorpresa, tiene una energía especial que proviene, probablemente, no de mí, sino de estar en un estado de sintonía adecuado.

Poco después de publicarlo me fui al norte de India con Satchidananda. Antes de salir supe que en Rishikesh había una cueva donde santos como Papa Ramdas o Swami Rama Thirta dijeron que había meditado Jesús mismo. Imprimí la descripción del lugar con la esperanza de poder encontrarlo y meditar allí. Nada más llegar a India una compañera de viaje me regaló una imagen de Jesús, la misma de la portada del libro, lo que interpreté como una buena señal. En Rishikesh tomamos un taxi dos compañeros de viaje y yo, en busca de la cueva, veinte minutos de camino por una carretera llena de monos. Nada más llegar al lugar previsto, saqué mis notas… y allí había un indio que hablaba español, en dos minutos nos llevó a la cueva. Meditamos allí, una compañera lloró por la emoción que sintió en el lugar. Sentí una presencia sobradamente conocida y familiar, directamente vinculada con el corazón, y que el círculo se cerraba: que Jesús, los Siddhas de Yoga e India estaban perfectamente unidos en la misma Verdad eterna, intemporal. El trabajo, fuera cual fuese, estaba ya cumplido. Me siento profundamente agradecido por esta experiencia.

Sobre el libro:
El Yoga de Jesús