lunes, 30 de septiembre de 2013

Un mundo para actuar


"Todo está bien"... bien lleno de oportunidades para actuar: injusticias, contaminación planetaria, personas con carencias, animales que sufren... Este plano es "karmashetra" - el plano de la acción, donde no hay forma de renunciar a ella. "Levántate y lucha, cumple tu deber" alienta Krishna a Arjuna. Empezando por Jesús, todos los maestros realizados enfatizan el servicio, o bien lo ejemplifican con su vida (incluyendo al advaita Ramana Maharsi). Estar aquí y ahora, la no-dualidad están bien, mas los maestros realizados han expandido su consciencia hasta incluir a todos los seres en ella; entonces el prójimo es "como uno mismo". Es imposible ser uno con todo y no percibir el sufrimiento de los que te rodean, incluyendo a los animales - y no actuar para aliviarlo. Éste es el signo de la realización espiritual.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Flores contra Hitler


Durante la Segunda Guerra Mundial la Madre parece haber usado las flores como símbolo de su ejército espiritual resistiendo a la locura y la exasperante marcha de los nazis. Sólo así podemos comprender lo que la Madre ordenaba hacer durante todo el curso de la guerra de Hitler, tal como describe la visitante francesa Lizelle Raymond:

Cuando la Madre tenía algunos breves momentos libres, antes de retirarse, solía arreglar las flores en su habitación, igual que un general desplegaba sus fuerzas en el campo de batalla. Flores individuales y formaciones específicas eran presumiblemente cargadas con una innombrable fuerza de acción oculta para contrarrestar movimientos y posibilidades en los teatros distantes de la guerra.

Durante toda la guerra, y los dos años siguientes, la Madre hizo que todas las flores creciendo en el Ashram fueran anotadas con precisión minuciosa, corola a corola, brote a brote, y se hacía una lista meticulosa. Los discípulos, por grupos, contaban las flores, miles de cada clase, con paciencia infinita y perfecta calma. Cestas llenas de flores eran llevadas a la Madre – una enorme ofrenda, silenciosa y secreta, un ardiente sacrificio de belleza para reequilibrar la crisis de destrucción. La Fuerza neutralizadora actuaba a través de la eterna sonrisa de compasión. El amor respondía a las llamadas, calmando los dolores de lo que estaba naciendo y lo que estaba muriendo.

"On the Mother" por K.R.Srinivasa 
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Hace unos años atrás, cuando Tara y yo estábamos en los Himalayas, nos encontramos con un Maestro de los Himalayas que tenía 125 años, llamado Paramananda Giri Maharaj, en la cueva donde él vivía. Hablaba perfecto inglés y le hice muchas preguntas que él respondió contento. Cuando le pregunté qué hacían los maestros de los Himalayas hacían en sus cuevas, él respondió: “Los maestros de los Himalayas, a través de sus meditaciones, oraciones y mantras están enviando poderosas vibraciones positivas para beneficiar a todos los seres de la Tierra”. Entonces, hizo una pausa y dijo: “No sólo a todos los seres de la Tierra sino también a todos los seres en el Universo entero”. 

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Intervalo


Amanecer y anochecer, cuando la naturaleza se cambia de ropa y deja su vestidura de energías que inactivan a los seres (tamas) por otra de energías que hacen que los seres no paren de actuar (rajas). En el intervalo, en ese cambio, la naturaleza se aquieta conscientemente, se quita su máscara, y el Ser se vuelve evidente, como el principio real que Es todo. Es el momento que los yoguis aprovechamos para meditar, recobrando ese espacio de "Ah, así es, así ha sido, así siempre será... lo real de nuevo - en casa". Luego, este instante real y sin tiempo será olvidado de nuevo, conforme las energías correspondientes se activan, y aparece de nuevo el engaño del tiempo. Los yoguis realizados convierten toda la existencia en ese instante de Verdad y gozo... vivir para esta realización es una oportunidad única.

Respuesta


Cuando finalmente llegué a la India, me establecí rápidamente en una rutina de práctica yóguica en el ashram. Solo, visitado únicamente por un sirviente que preparaba las comidas y limpiaba, sin distracciones (y sin cañerías, y con muy pocaelectricidad), mis aspiraciones de conocer a Dios rugieron y se elevaron.

Mi llamada tuvo una respuesta: una serie de poderosas experiencias meditativas, que me llenaron de gran paz y alegría. Aunque son casi imposibles de describir, porque no implicaron “formas” o “visiones”, sino la expansión de mi consciencia misma. Puedo recordar cuán inmediata era la presencia del Señor, incluso en medio de las actividades más mundanas de la vida diaria: mientras me bañaba en el pozo derramando agua por encima, comiendo el simple y picante curry cocinado en un fuego de estiércol, rebotando en un autobús local hasta la ciudad cercana para comprar las provisiones de la semana, inclinándome conforme pasaba por los templos locales. Esa presencia era reflejada por los ojos brillantes de los niños que venían al ashram para recibir clases de Yoga, e incluso por el caramelo de azúcar que se les daba después.

Sentí que había entrado, a veces, en un reino intemporal, tan grande era la paz. Los eventos no eran nada fuera de lo ordinario, pero eran contemplados con la perspectiva de la alegría siempre renovada. Dios estaba en todas partes, en esa vida simple, y el gozo resultante también lo estaba.

Regresar a América supuso un poco de choque cultural.


M. Govindan,
La sabiduría de Jesús y los Yoga Siddhas