lunes, 27 de diciembre de 2010

El plan no es tomar, sino ofrecer


El sacrificio es la forma más noble de acción. El trabajo realizado con la actitud mental correcta se vuelve sacrificio. El servicio lo es. La vida se vuelva sagrada gracias a ello. A la postre, todos nuestros actos, físicos y mentales, son una ofrenda realizada en pos del mejoramiento del universo.


Toda obra cumplida con la mejor de las motivaciones deviene un sacrificio. La vida misma se torna un sacrificio cuando se dirige a servir a la Divinidad. Cuando las personas cumplen su servicio como sacrificio, cualquiera que sea su trabajo o actividad, el universo se eleva y se vuelve sublime. El plan íntegro de la naturaleza no se centra en tomar sino en ofrecer la acción desinteresada.


Esta importante ley de la vida puede parecerte muy distante del individuo, Arjuna, pero no es así. Cada acto desinteresado realizado por cualquiera es un aporte importante a esta misteriosa totalidad.

Krishna, en el Bhagavad Gita


martes, 21 de diciembre de 2010

Samadhi, la vivencia del Ser

621. Visión mística en Samadhi

Quienes se sientan en el Samadhi de la Consciencia Pura
visualizan los Bosques Místicos y el Estanque Radiante;
deambulan por la extensión real del Espacio
y allí, al pie de la fértil Montaña Meru,
refrenan su Caballo de la Respiración para hacer una parada.

Tirumular 


Gocémonos, amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte o al collado
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.

(...) que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco parecía,
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.

San Juan de la Cruz

lunes, 13 de diciembre de 2010

Shiva, la imagen de la iluminación


Los símbolos místicos de la India, como los de todas las religiones populares, transmiten realidades espirituales profundas tras las imágenes que conmueven el corazón de los devotos. La imagen de Shiva, el aspecto divino que transmitió el Yoga a la humanidad, es una metáfora de todo el proceso yóguico, y una imagen de lo que podemos llegar a ser.

Según la tradición, Shiva es el gurú original. Es un renunciante, pero a la vez un hombre de familia. Se dice que está sentado sobre una piel de tigre, vestido con piel de elefante y de ciervo. El significado de esto es que ha trascendido la ira (el tigre), el orgullo (elefante) y la inestabilidad de la mente que persigue incesantemente sus deseos (ciervo). En su imagen sentada se le conoce como "Pashupati" o Señor de los animales. El significado de esto es que es alguien que ha activado y dominado los chakras inferiores, donde se asientan los impulsos animales básicos, que configuran la vida de la mayoría de los seres.

Pero Shiva ha dominado y trasmutado estos impulsos. Su cuello está adornado por una cobra viva, a modo de collar. ¿Quién querría -o se atrevería- a llevar una cobra en el cuello? Pero ni su mordedura ni su veneno son peligro para Shiva. La serpiente como collar representa la integración del propio subconsciente, y de la fuerza vital, con todos sus impulsos animales y venenos. Shiva los ha transmutado en su corazón. También se dice que es el Señor de los espíritus y fantasmas, lo que nos dice que su subconsciente y sus miedos le obedecen. Éste es el resultado de la práctica yóguica real.


Dominio de la fuerza vital, dominio de la mente

La montura de Shiva es Nandi, el buey. El buey es conocido por su enorme fuerza y su gran instinto sexual. Se dice que Nandi siempre está mirando a Shiva; en los templos del sur de la India hay estatuas de Nandi contemplando a su Señor, y es costumbre que los devotos no se interpongan entre ambos. Shiva ha transmutado su energía sexual mediante el proceso yóguico; Él la dirige, no es dirigido por ella. Por eso Nandi siempre le mira y le sigue. Otro atributo de Shiva es el tridente, alzado hacia arriba, con el que se dice que acaba con los demonios. El tridente representa los tres nadis (canales de energía principales dentro del cuerpo), Ida, Pingala y Sushumna; es el símbolo de la energía Kundalini, que ha despertado y se ha desplazado hasta el chakra de la corona, en lo alto de la cabeza, acabando con los demonios del ego.

Un gran moño enmarañado en lo alto de su cabeza nos indica que su energía vital, transmutada con el Yoga, se ha acumulado en el chakra de la corona. Entre sus cabellos está la diosa Ganga, el río que borra los pecados. La gracia de la Divinidad, una vez abierto el chakra de la corona, se derrama incesante del hombre realizado, de Shiva. Y la luna creciente en su cabeza, nos enseña que el dominio de su fuerza vital va unido al dominio completo de la mente, que es siempre tan mutable como la luna.


Maestro del desapego, maestro del éxtasis

Shiva es también el Dios de la destrucción. Algunos dicen que mora en los cementerios, con su cuerpo embadurnado de ceniza. Porque el Yoga destruye el ego, y el auto-engaño de las ilusiones mundanas que atan y encadenan a la humanidad. Shiva nos hace despertar de la fiebre nunca colmada del deseo sin fin. Las cenizas en su cuerpo representan el desapego hacia las tentaciones de los sentidos, y los cementerios son el espacio de la muerte de todo deseo. En la ausencia del deseo encontraremos a Shiva; y la ceniza (instrumento de bendición, similar al agua bendita) es lo que queda cuando el fuego de la iluminación quema todas las ilusiones mundanas. Se dice que Shiva, con su tercer ojo, redujo a cenizas a Kama, el dios del deseo, cuando éste intentó sacarlo de su éxtasis yóguico o samadhi.

El samadhi, el trance de la unión con el Absoluto, es la meta del yogui. Shiva mora permanentemente en él, en las heladas alturas del Himalaya . El samadhi es la vivencia de la consciencia pura, más allá de todo contenido mental o apego. Desde la visión del ego esto es un lugar helado, elevado, ya que el ego no tiene allí ningún referente personal. Hace falta mucho desapego (y mucho amor por el Divino) para entrar ahí, para atreverse a ser nada. Pero siendo "nada" se puede ser "todo". Mientras seas "algo" no puedes ser "todo". Igual que cuando Jesús dijo "bienaventurados los pobres de Espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos".

Es difícil concebir el samadhi, entre otras cosas porque no se puede concebir desde la mente, ya que el samadhi supone que ésta se detenga, y uno vivencie la consciencia pura, el Ser. Un instrumento maravilloso para aproximarnos intuitivamente a lo que es la consciencia pura (y por tanto, el estado de samadhi) es la meditación en el lingam, el objeto sagrado que representa también a Shiva:

 
El lingam representa el principio de la consciencia pura, auto-contenida, absoluta, sin principio ni fin. A veces se coloca sobre una base que representa a Shakti, el principio de la energía. La consciencia absoluta es el principio germinador de la Creación, manifestada como energía que da forma a todo. 

Igual que en el lingam, Shiva está contenido en su mantra: Om Namah Shivaya.

La imagen de Shiva es la de la iluminación; representa lo que todos podemos llegar a ser, a través de la práctica yóguica. Por ello la declaración gozosa del yogui que llegaba al final de su camino era "Shivoham"... yo soy Shiva.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Recobrando el Ser


El yo es amigo del yo para el que se ha vencido mediante el Yo; pero, para el yo no sometido, este yo es un enemigo, como los enemigos exteriores.

El Yo supremo del que se ha controlado a sí mismo y está en paz se encuentra en equilibrio en el calor y en el frío, en el placer y en el dolor, Bhagavad Gita, VI. 6-7.

 
En nuestro proceso de transformación que es el Yoga, resulta muy útil recordar y tener presente lo que somos en realidad, y lo que no somos, para ser felices. Según nos enseña el Yoga, somos el Vidente, un observador incondicional y gozoso, que está rodeado de un cuerpo mental, un cuerpo emocional y un cuerpo físico: pensamientos, sentimientos y sensaciones. Los tres son cambiantes e impermanentes, con diferentes grados de sutileza: la mente es muy volátil, cambiando a velocidad vertiginosa; las emociones son más difíciles de activar y de cambiar, una vez activadas; y por último, hace falta cierto esfuerzo para mover al cuerpo físico.

Debemos recordar que:

- Detrás de la mente, de cada pensamiento, está la consciencia pura.
- Detrás de cada emoción hay paz y gozo.

Todos los pensamientos son transitorios, no son el Ser, sino creaciones nuestras. Y todas las emociones son transitorias también, tampoco son el Ser, sino nuestras creaciones.

Las olas de los pensamientos encubren la consciencia pura, y las olas emocionales encubren la paz y el gozo de nuestra naturaleza original y real.

Sin embargo, no podemos rechazar los pensamientos y la emociones intentando sentir en todo momento la paz y el gozo, ya que eso crea una dualidad, nos dividimos al luchar contra nosotros mismos. Y además, difícilmente podremos vivir sin pensamientos ni sentimientos, pues aunque consiguiéramos (es un decir) eliminarlos en nosotros, seguiríamos experimentando los pensamientos y sentimientos de los que nos rodean.

El yogui, más bien, lo que hace es abrazar todo lo que le rodea, aceptar todo pero con plena consciencia. El Vidente, el testigo, es eterno, pero los pensamientos y los sentimientos no. La atención plena, la plena consciencia acepta todo lo que surge, pero no se aferra a nada. En realidad todo fenómeno nace de ella, se manifiesta en ella y se disuelve en ella, cuando se agota su impuso original.

Cuenta la leyenda india que cuando la diosa Kali (la energía divina que destruye radicalmente toda negatividad) mató a los demonios, se puso a danzar frenéticamente, y parecía que todo el universo creado se iba a destruir. Para evitar que esto sucediera, el dios Shiva, su consorte, se tumbó a sus pies. Kali dejó de danzar, avergonzada, al descubrir que estaba bailando sobre su marido.

De forma similar, la Consciencia pura (Shiva) acaba diluyendo en ella misma cualquier manifestación de la energía (Shakti o Kali). El Testigo en nosotros es Shiva, nuestro Ser eterno indestructible.

Las costras del Ser

Aparte de nuestra experiencia cotidiana, existen formaciones mentales/emocionales, bloqueos o costras habituales que se interponen entre nosotros y nuestra vivencia del Ser, aquí y ahora. Son rocas formidables de miedos, tristezas, apegos, reacciones, etc., de años o de vidas; unas son más evidentes, y otras más sutiles y escondidas. El yogui va enfrentando una tras otra de estas formaciones en su trabajo diario, llegando incluso a trabajar niveles de bloqueos "colectivos", comunes a toda una sociedad como tendencias y miedos sociales. Y si persiste en su disciplina espiritual, puede llegar a afrontar las formaciones básicas que dan origen a su propio ego, la roca principal, la creencia de que yo soy un individuo aislado, un conjunto de pensamientos, sentimientos y percepciones individuales, en vez de la consciencia gozosa, incondicional e incondicionada.

Para limpiar estas formaciones que alimentan el ego y ocultan el Ser, debemos:

- En primer lugar, descubrir los hábitos mentales y emocionales que las nutren y sostienen, que son como agujeros que drenan la energía que, de otro modo, usaríamos para propósitos del Ser: miedos y preocupaciones habituales, ira, estrés, deseo insatisfecho, descontento, etc.

- Luego hay que aceptar y transformar los "residuos kármicos" que permanezcan ahí: verlos, comprenderlos, ofrecerlos a la Divinidad, transmutarlos y soltarlos.

Cuando uno se va desprendiendo de ambos, el ego puede experimentar un "vacío", lo cual es asímismo otra creación más, de la que uno también se debe desprender, con la devoción al Ser y al Satgurú y la entrega al propio camino de crecimiento.

También puede ser inevitable sentir miedo a la propia aniquilación - otra creación nuestra que no tiene nada que ver con el Ser. El miedo es una de las formaciones básicas del ego, que basa en él sus distintas y aberradas estrategias vitales. Y vivir sin miedo, ciertamente da miedo... al ego.

Integrar las emociones sin reprimirlas es todo un arte, al igual que observar y comprender los propios pensamientos pero sin ser arrastrado por ellos. Esto sólo se hace posible con el cultivo sistemático de la consciencia y de la atención plenas. Diferentes herramientas del Yoga ayudan a ello, especialmente en el Kriya Yoga; recordemos que "Kriya" significa "acción con consciencia". En nuestra práctica descubrimos entonces que el Yoga real no se limita a una sesión de meditación, sino al constante cultivo de la consciencia; nuestro Yoga es nuestra vida, una oportunidad de descubrir el Ser en medio de nuestras experiencias.